Lucero y su bestia negra

No son muchos los equipos Huerguistas con historial favorable contra Lucero. De hecho, únicamente El Ferroviario puede presumir de esto.

Es cierto, sólo se habían enfrentado tres veces hasta el partido de hoy, pero las tres derrotas en el historial no dejaban de ser una mancha y un llamado de atención para los de Villa Urquiza, que empezaron a ver con particular interés los duelos contra los de Vicente López. Tanto es asi, que el clásico contra Ramos de principios de esta semana pasó a un segundo plano ante la preparación del duelo en La Caldera.

El partido de hoy presentaba, entonces, la oportunidad de lograr esa primer victoria, con el plus de continuar por la buena senda en esta Huergo que, es cierto, aún está lejos de llegar a instancias definitorias. De esa manera se pensó y preparó el partido, atendiendo los detalles, estudiando al rival al máximo.

El plan de la visita parecía bastante claro. Sacarle la pelota al Expreso del Norte y mantener una defensa fuerte que evite sorpresas contra un ataque peligroso. Como contrapartida, el irlandés Flannery quedaba demasiado solo como referencia de ataque.

Hasta ahí, todo parejo, con superioridad de posesión por parte de Lucero, pero que no podía traducir en ocasiones de gol. Por el contrario, la primera la tuvo Ferro a los 7′ cuando Balsic llegó al área rival pero definió mal.

En los partidos cerrados, parejos, los detalles terminan inclinando la balanza. Y así llegó el primero de Ferroviario, a través de una pelota parada muy bien ejecutada por Pereira y mejor capitalizada por Lauttanen: 1-0 a los 14′ y los fantasmas de la paternidad afloraban en La Caldera para los visitantes.

Los siguientes 10′ fueron de total desconcierto en la visita, que acusó el golpe. Regalaron una contra que desperdició Catalini y recibieron el segundo cuando Pereira ejecutó una pena máxima a los 24′.

Luego de eso, más dominio infructuoso para Lucero, con el resultado ya muy cuesta arriba. Los cambios del segundo tiempo le dieron algo de aire fresco a los de Urquiza pero no lograron traducir nunca las amenazas en llegadas claras de peligro. La expulsión de Flannery, pura impotencia, terminó de sentenciar un partido por demás atractivo para los observadores imparciales.

Con el resultado puesto, y la paternidad consolidada, el equipo visitante dejó el estadio con la sensación de que hizo el mejor partido posible, y aún asi no alcanzó para vencer a su bestia negra.